Imagínate: tu gato, que ya es adulto, vive una vida muy tranquila. Es la única mascota de la casa y, por lo tanto, todas las atenciones han sido siempre para él. Un día decides darle una sorpresa: llegas a casa con un pequeño gatito de 4 meses de edad. El pequeño llega con muchísimas ganas jugar con su nuevo compañero, pero su nuevo compañero… no está por la labor de compartir casa.
Puede que al principio el gato adulto tolere a su nuevo compañero, pero cuando el cachorro vaya creciendo y coma en el plato de su compañero, le quite su cama y quiera seguir jugando con él a todas horas, puede que empiecen los problemas entre los dos gatos. El gato adulto podrá reaccionar de diferentes maneras, pero las más habituales serán: atacará a su compañero o simplemente huirá de él y se esconderá todo el día en alguna parte de la casa.
Puede que se dé la situación contraria: que el pequeño ataque al mayor, esto puede ser lo peor, ya que tu gato adulto sufrirá una agresión territorial tan grande que le puede hacer caer en una pequeña depresión. Debes intentar organizar la casa para que los dos gatos tengan sus propias zonas. Debes intentar mediar en esa desagradable relación: compra algunos juguetes para los dos, o algunas golosinas e intenta que los dos se hagan amigos.
Si consideras que la situación es demasiado grave, intenta separarles. Intenta separar hasta los platos de la comida, pero poco a poco debes intentar que los dos se relacionen. Un buen momento es el de después de la comida; los gatos están más relajados y puedes hacer que compartan juegos y caricias.