Para los perros, el juego simboliza una escuela de vida. Cuando son cachorros, en su estado natural estarán jugando la inmensa mayoría de las horas que tiene el día. Jugará con sus hermanos si los tiene, jugará con su madre y con el resto de la manada si la hubiera, y jugará con nosotros si le dejamos. Su educación y todo lo que el va a necesitar para vivir lo va a aprender mediante el juego.
Por este motivo es muy importante que si tenemos un cachorro en casa utilicemos los juegos como métodos de enseñanza. En el transcurso de estas enseñanzas nosotros deberemos comportarnos como si fuéramos sus padres. Tenemos que divertirnos todo lo que podamos y no preocuparnos en exceso si se hace un poco de daño. Es muy importante que sepamos imponer nuestra autoridad siempre, pues nosotros somos quienes le vamos a enseñar y no simplemente sus compañeros de juego. De tal forma que seremos nosotros los que elegiremos cuando empieza o termina un juego.
Hay dos errores muy importantes que tendremos que evitar a la hora de jugar con ellos. Por un lado no debemos obedecer sus órdenes. No podemos responder a sus invitaciones a jugar siempre que este quiera. Si por ejemplo nos trae una pelota o nos pide jugar con él a través de la mirada o sus movimientos, primero tenemos que darle una orden simple y ya posteriormente jugaremos con él como premio por su obediencia.
Por otro lado otro error que no debemos cometer es hablarle de forma arrepentida como excusándonos. Si por ejemplo durante un juego le pisamos sin querer y nos excusamos en exceso ante el, nuestra conducta va a deteriorar su carácter. Algo que le inducirá a la autoconmiseración cada vez que el animal sienta una pequeña molestia o dolor.