Los gatos prefieren utilizar su caja de arena en un lugar tranquilo y privado donde se sientan seguros. Los ruidos fuertes (timbres, ruidos de lavadoras y secadoras, etc.), la gente entrando y saliendo, o la aparición repentina de otro animal que viva en la casa, puede resultar muy molesto a tu gato de forma que terminará haciendo sus necesidades en otra zona.
Si tu gato comparte casa con un perro, debes estar pendiente para que este no le moleste. Muchas veces, los perros deciden comerse los excrementos de sus compañeros, así que deberás enseñarle desde el primer momento que eso no está bien. Una buena solución para que ambos puedan convivir en paz es, poner una puertecita para el gato en la puerta de la habitación elegida para su caja de arena.
Esta puertecita debe ser colocada de manera que permita fácilmente la entrada a tu gato pero que se la dificulte al perro. Recuerda que tu perro puede tener muchos problemas si se come la arena y los excrementos del gato. La obstrucción intestinal será uno de los problemas más pequeños que pueda sufrir. Si tienes más de un gato, asegúrate de que la caja de arena no se encuentra en un lugar donde uno de ellos pueda encontrarse sorprendido por otro.
Un pasillo no sería una buena elección, ya que se podría producir algún encontronazo. Siempre debe haber una ruta de escape. La mayoría de los gatos prefieren que su caja de arena no esté justo al lado de su plato de comida, así que evita esta situación.