El Agility se puede definir como un juego educativo para perros que nación en Londres en 1978. Durante la exposición canina celebrada en ese año, los descansos entre las distintas pruebas eran muy largos, y para que los perros no se aburrieran, sus entrenadores se dedicaban a hacerlos saltar, correr y jugar, lo cual encantó al público reunido en dicha exposición. De allí se extendió a países como Canadá, Estados Unidos y Japón.
Es un deporte que puede ser practicado por perros de cualquier raza y tamaño, independientemente de que tengan pedigree o no, y es un modo de educar al perro de una manera que le resulte totalmente lúdica y divertida, ya que quien más disfruta durante la realización de los diferentes ejercicios que componen esta disciplina es, sin duda alguna, el perro.
El agility es una prueba de habilidad y destreza que consiste en una serie de obstáculos que el perro, sin collar y sin correa, debe superar a lo largo de un circuito que ni el perro ni su amo conocen hasta momentos antes del comienzo de la competición. La finalidad de la misma es que el perro pase por el conjunto de obstáculos en el orden indicado, sin cometer fallos y que no supere el tiempo establecido para la prueba. Después de cada manga, se modifica el recorrido que el animal tiene que hacer, para que en todo momento tenga que utilizar su inteligencia, concentración y su agilidad, así como la obediencia a su entrenador. Por ello es indispensable que exista una gran armonía y una gran relación entre el perro y su guía en las competiciones.
La edad mínima que debe tener un perro para comenzar a practicar el agility es de quince meses. Se puede practicar tanto como una simple forma de ocio como de manera competitiva, o combinar las dos opciones.