Los gatos tienen muy desarrollado el sentido de la vista. Pero, además, sus ojos tienen una serie de características que los hacen diferentes. Y es que sus pupilas cambian. Y esto sí es cierto que se observa en muchos animales con el fin de regular la entrada de luz para ver bien. Sin embargo, en el caso de los gatos hay algunas particularidades.
Diferencias
Las pupilas de los ojos de los gatos están preparadas para hacerse más grandes o bien para contraerse en función de la luminosidad del espacio que hay donde está el gato.
La diferencia del minino con otras mascotas es que ellos tienen un tejido que se denomina tapetum lucidum dentro de su sistema ocular para captar la luz. Su principal función es que se puede retener más luz.
De esta manera, los gatos pueden ver en la oscuridad a poca luz que les llegue, siendo a veces suficiente tan solo la luminosidad de la luna.
Pupilas
Además de este tejido, las pupilas de los gatos cambian para que la mascota pueda ver. Para ello adoptan formas que, aunque puedan parecer un poco extrañas o menos comunes, son normales y no entrañan ningún problema de visión en el gato.
El estado normal de las pupilas de los gatos es vertical recta o elíptica y fina, pero pueden darse otras variaciones.
La pupila recta vertical es cuando está muy contraída, produciéndose esta reducción porque hay mucha luz en el entorno y el ojo del gato tiene que regularla para ver bien y no cegarse o estar deslumbrado.
La pupila elíptica vertical, que es la más frecuente, es un punto intermedio entre hacerse más grande o contraerse. En estos casos, la iluminación está en un nivel adecuado para el ojo del gato.
Y, finalmente, está la pupila redonda, que es aquella que está totalmente dilatada o agrandada. El gato la tiene así cuando hay muy poca luz o prácticamente ninguna en el entorno en el que está por lo que tiene que dilatarse para captar el más mínimo halo que haya en la sala para ver.
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