Oruga procesionaria: ¿cómo afecta a mi perro?

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Llega el buen tiempo y apetece dar paseos más largos con el perro por parques y zonas arboladas. Sin embargo, con la primavera, también llegan especies animales que se encuentran en estas áreas y que son peligrosas para el perrito. Es el caso de la oruga procesionaria, que incluso puede ser mortal para la mascota por la intoxicación que le produce al entrar en contacto con ella. ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo se sabe si el can ha estado en contacto con ella? Son algunas de las preguntas que aquí te contestamos.

Prevención

La procesionaria tiene miles de pelos urticantes a través de los que se inyecta la toxina en la piel del perro, aunque también el contacto puede realizarse a través de las mucosas, del apartado digestivo o de los ojos. Una intoxicación que incluso se puede producir a través de los bolsones de seda en los que, igualmente, hay estos pelos.

Por estas vías de contagio, es importante evitar que el perro entre en contacto con la oruga procesionaria o con los bolsones de seda. La prevención es siempre la mejor arma para evadir problemas.

De esta manera, se recomienda no pasear por zonas en las que se sepa que hay este tipo de orugas. En caso de que no haya ninguna otra alternativa, siempre se debe vigilar al perro para que no entre en contacto con ellas. Es más, se debe evitar cualquier acercamiento e, incluso, que las huela.

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Síntomas de la intoxicación

Aunque se haya vigilado al perro, a veces es inevitable que se pueda producir el contacto en cualquier mínimo descuido. Para saber si la mascota está intoxicada, es importante prestar atención a una serie de síntomas, ante los que hay que acudir rápidamente al veterinario para que le ponga el tratamiento adecuado y se eviten secuelas o consecuencias fatales.

Por ejemplo, el perro presentará prurito intenso, además de notarse cambios en la lengua, que aparecerá inflamada, al igual que los labios. También se percibe que el perrito tiene un exceso de salivación.

Los síntomas de la intoxicación por la oruga procesionaria incluyen a su vez problemas gastrointestinales como vómitos o diarrea, que sobre todo aparecen si se ha comido la oruga, y molestias oculares. En concreto, se observa que los párpados están más hinchados y que aparece como una especie de conjuntivitis.

El comportamiento del perro es otra señal de alerta de que ha entado en contacto con la oruga. La mascota pasa a estar mucho más nerviosa y agitada, aparte de tocarse con frecuencia la boca con sus patas.

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