Consejos para llevar al gato al veterinario

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A muchos animales no les gusta ir al veterinario porque tienen miedo o cierto temor porque no saben lo que va a suceder o qué pruebas se les van a hacer, entre otros motivos. Sin embargo, es una visita totalmente necesaria no solo cuando las mascotas están enfermas, sino de manera periódica como prevención y para estar al día con el calendario de vacunación en los casos en los que así se requiera. Y, ¿qué se puede hacer para que el animal de compañía vaya a gusto a la clínica veterinaria? Aquí vamos a dar unos consejos centrados en los gatos.

Pasos previos

Una de las principales claves es llevar al gato al veterinario desde que es pequeño no solo para los controles necesarios y garantizar su buena salud, sino también para que se vaya acostumbrando y se dé cuenta de que este tipo de visitas no suponen ningún problema.

Siempre que se pueda es conveniente acudir siempre al mismo veterinario porque el gato ya conocerá a la persona y sentirá menos miedo. Igualmente clave es elegir una clínica veterinaria que esté adaptada para los mininos. Esto hará que no se encuentre de forma directa con otros gatos o perros, aparte de estar en una zona con menos ruido o luz para que el minino se encuentre más cómodo.

Transporte

El transporte es una de las fases claves en la visita al veterinario. El gato tiene que ir en un transportín adecuado al gato. Es decir, que debe tener una estructura sólida y estar bien asegurado, aparte de ser estable. Otro dato a tener en cuenta en su elección es que disponga de varias puertas y se desmonte en el centro si es preciso.

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Para que el gato no tenga problemas con el transportín, también es muy positivo acostumbrarle desde pequeño y que sienta que es un lugar seguro. Para ello, se puede dejar abierto en una habitación en casa para que el minino entre y salga cuando quiera. Además, se recomienda poner una mantita u otro objeto suyo en su interior para una mejor y mayor familiarización.

En la clínica

Y, una vez en la clínica, la clave está en no situarse muy cerca de otros pacientes y poner el transportín elevado y no en el suelo, evitando siempre movimientos bruscos. Es favorable hablarle al gato con suavidad.

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