¿Sabías que el 10% de los gatos que viven juntos se pelean alguna vez? Aunque las agresiones entre gatos que comparten hogar pueden ser ocasionales, también pueden convertirse en una conducta habitual que acabe con heridas de mayor o menor gravedad. Eso sí, estas peleas son más habituales durante los primeros encuentros, ya que la llegada de un nuevo felino puede despertar el comportamiento territorial del otro que llegó antes a la vivienda.
Las disputas son más frecuentes entre gatos machos y suelen estar ocasionadas por la escasez de recursos (alimentación, espacio o bandejas de arena), por la atención de una hembra o por motivos psicológicos más difíciles de reconocer, como por ejemplo el estrés. Estas peleas pueden llegar a ser peligrosas, por lo que conviene frenarlas. Te explicamos cómo hacerlo a continuación.
Detener la pelea lo antes posible
Es importante detener las peleas entre gatos lo más pronto posible para evitar que se conviertan en un hábito. Así, dos gatos que se agreden deberán estar separados, ya que no lograrán superar sus diferencias.
Para frenar una pelea en casa, es buena idea emitir un sonido fuerte que capte su atención, arrojar un chorro de agua sobre los gatos o lanzarles algo suave para despistarlos. Eso sí, nunca se les debe separar con las manos, ya que se corre el riesgo de salir herido y además no funciona.
Tras la pelea
Tampoco funcionan los castigos, especialmente las represalias físicas. En su lugar, son mejores los premios comestibles para gato, que servirán para reforzar las conductas no agresivas entre los felinos. También es buena idea duplicar las atenciones cuando llegue un nuevo gato a casa.
Para prevenir futuras peleas, los felinos deberán permanecer separados tras la disputa y hasta que se resuelva el problema. Así, es importante detectar el origen de los enfrentamientos y actuar: colocar más areneros, limpiarlos con mayor frecuencia, duplicar los cariños con ambos gatos…
Esterilización y tratamiento veterinario
Por otro lado, debes saber que la esterilización del gato ayuda a frenar su agresividad, además de algunos medicamentos o tratamientos veterinarios. Eso sí, solo serán eficientes si están acompañados de modificaciones en casa. Lo mejor es consultar con un veterinario o educador.