La mayoría de los gatos son peludos lo que, por supuesto, no se trata de una cuestión de estética. Y es que el pelo, junto con la piel, es la primera barrera del gato frente a las agresiones externas. Así, mantenerlo en óptimas condiciones no solo expresará la máxima belleza del animal, sino que le hará más resistente a agentes patógenos o ambientales.
El gato se caracteriza por la presencia de un pelaje particularmente denso en comparación con otras especies. Su función principal es la protección de la piel y del cuerpo del animal, como aislante térmico, como defensa contra la deshidratación y como barrera física contra los agentes externos (radiaciones UV, golpes). Además, el sebo segregado por las glándulas sebáceas, que sirve de abrillantador del pelo, también tiene una función protectora contra los agentes infecciosos.
Aislante térmico
Como te acabamos de comentar, el pelo del gato sirve como aislante frente a las temperaturas extremas, tanto frías como demasiado cálidas. Por eso, los felinos aprovechan para renovar una parte importante de su pelaje cuando las temperaturas se moderan (en otoño y primavera).
Contra insectos
El pelo del gato también es eficaz contra los insectos y picaduras de otros animales. Y es que el gato es capaz de erizar su pelo, y casi duplicar su tamaño, como medida de intimidación.
Forma de comunicación
El pelaje también desempeña una función de comunicación, ya que el erizamiento del pelo, por la acción de los músculos erectores, permite emitir señales intraespecíficas o interespecíficas.
Pelos del bigote
En cuanto a los pelos del bigote, junto a los que crecen sobre sus ojos y bajo la barbilla, les sirven de sensores. Cada pelo dispone de una serie de sensores que ayudan al gato a la hora de caminar a oscuras, medir el espacio de un hueco por el que se va a meter e incluso para cazar y pillar más fácilmente y transportar entre los dientes a su presa. Los pelos de los ojos les sirven para que puedan cerrarlos rápidamente con el mínimo roce o contacto.