En el mundo de la alimentación, también surgen modas sobre las dietas para las mascotas. Y, como sucede con los humanos, algunas también se ponen en entredicho porque no siempre son beneficiosas para la salud o no están indicadas para todo tipo de animal de compañía. En esta ocasión, nos vamos a centrar en la llamada Dieta BARF, que es una de las que más en boga está últimamente. Hoy vamos a hablar de en qué consiste y de sus principales controversias para profundizar en posteriores días en sus pros y contras con más detalle.
La dieta
La Dieta BARF (Bones And Raw Food), se basa en tomar huesos y alimentos crudos. Un concepto que, ahora, ha ido evolucionando para ingerir comida cruda biológicamente adecuada. De esta manera, la alimentación se basa en que perros y gatos tomen productos de origen animal sin cocinar como la carne, vísceras, huesos, leche o huevos.
Aunque está dieta está ahora de moda, lo cierto es que no es nueva. Su origen se remonta a los años 90 a raíz de la aparición de diversas publicaciones sin base científica en las que se apuntaba a que con estas pautas de alimentación se conseguía mejorar el bienestar de las mascotas.
Y, ¿por qué ha tenido tanto auge? Varias son las razones: desde querer respetar la naturaleza carnívora de, por ejemplo los perros, a mejorar la salud de las mascotas. También influye la “mala reputación” o no buenas experiencias con algunas marcas comerciales de pienso y la incorporación de aditivos.
La controversia
Esta dieta es controvertida por varios motivos. El primero de ellos es que no cuenta con evidencia científica, aparte de tener poco respaldo por parte de las instituciones encargadas de velar por la sanidad animal.
Y es que este tipo de alimentación conlleva algunos riesgos. Inicialmente, la idea puede ser buena porque se tiende a pensar que es la comida que el animal de compañía ingeriría si estuviese en libertad y viviera en un entorno natural.
Esto hace que se tienda a pensar que es una dieta que puede mejorar su calidad de vida y prevenir problemas de salud. Sin embargo, en realidad, no es así porque las condiciones de vida de perros y gatos domésticos son distintas a las que tendrían si vivieran en estado salvaje.
No hay que olvidar que, al domesticar a los animales, su biología también sufre alguna modificación. Los animales domesticados tienen capacidad, por ejemplo, para ingerir almidón o metabolizar las grasas.
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