Cómo saber si tu perro tiene miedo al ruido


La gran mayoría de los perros le tienen miedo a ruidos grandes como petardos y fuegos artificiales, lo cual les genera muchísimo estrés, tanto que hasta se puede acortar su esperanza de vida. Se calcula que un 80% de los canes tiene ese miedo, y ni la mitad de los dueños es capaz de detectarlo, con lo peligroso que eso puede ser ya que el animal realmente padece una angustia muy grande, especialmente si su dueño no le ayuda.

Al ser un porcentaje tan alto, es muy probable que tu perro tenga miedo al ruido, el cual puede manifestar de diversas maneras, incluso diferentes en función del ruido que sea. Por ejemplo, yo tuve una perra que cuando pasaba la aspiradora se ponía a ladrar como una loca, pero si el ruido eran fuegos artificiales se escondía debajo de una cama, al igual que si había una tormenta.

Un miedo peligroso

El miedo al ruido supone un riesgo para la salud del can, además de que compromete su calidad de vida. Ese miedo implica una ansiedad que lo puede mantener alerta prácticamente todo el día, lo cual le perjudicaría bastante. Su corazón se acelera de tal manera que la angustia se va apoderando de su cuerpo y hasta se pueden recortar sus años de vida.

Cómo detectarlo

Podrás detectar de varias maneras que un perro tiene miedo al ruido, por ejemplo comprobando que tiembla, se esconde o te busca para protegerse. Si padecen este miedo también ladran, aúllan y hasta tienen sacudidas en su cuerpo, eso en los casos más extremos. Otras señales a las que deberás prestar atención son a una reducción en la salivación, algo que no suele relacionarse con el miedo al ruido. Otros síntomas menos frecuentes son hacer sus necesidades en casa o destrozar muebles.

Qué hacer


Es importante que, una vez detectado el miedo, puedas actuar para evitar que lo padezca, al menos en la medida de lo posible. Si no le gusta la aspiradora, mételo en una habitación mientras la pasas, y si va a haber fuegos artificiales o petardos dale más cariño esos días, ya que es inevitable que los escuche. En el caso de ese tipo de ruidos, los inevitables, juega mucho más con él, dale galletitas y préstale más atención hasta que pase el mal trago.

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