Cuando nuestra perra da a luz cachorros, lo habitual es que sea ella la que se encargue de amamantarlos hasta que tengan edad suficiente para ser destetados y comenzar a tomar alimentos más sólidos.
Sin embargo, bien sea porque la perra ha fallecido en el parto o porque tenga alguna dolencia que la impida amamantar a sus cachorros, puede que tengamos que ser nosotros quienes alimentemos al recién nacido para ayudarle a salir adelante.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que no le podemos dar leche de vaca, ya que por su alto contenido en lactosa puede causar problemas digestivos en los cachorros. En lugar de ello, es necesario que lo alimentemos con leche maternizada específica para cachorros de perro, de forma que le resulte totalmente digestiva.
También es importante que utilicemos un biberón adecuado, que nos pueden facilitar en la clínica veterinaria. Deberemos dar al animal una toma cada cuatro horas, siguiendo las instrucciones del prospecto en cuanto a la cantidad que el perro necesita según la edad que tenga y su peso.
Aunque por instinto tendamos a coger al cachorro en brazos para darle el biberón, lo más apropiado es dárselo mientras está recostado en la cama, en una poción parecida a aquella en la que se alimentaría si estuviera siendo amamantado por su madre. De este modo, además de ser más cómodo para él, evitaremos que se atragante.
Después del biberón, debemos vigilar si el animal hace una deposición, esperando hasta una hora después de la toma. Cuando esto no sucede y la madre los cuida, les lame la zona del vientre y del ano para estimular la digestión. Nosotros le daremos un masaje en las mismas zonas con un paño húmedo templado, para conseguir el mismo efecto y lograr que su aparato digestivo funcione correctamente.