En ocasiones, los animales se confunden por su raza o especie. Y un claro ejemplo es el perro y el lobo porque además está el llamado perro lobo. Y esta confusión es justo la que ha sucedido en Estonia donde tres trabajadores creían que rescataron a un perro, pero en realidad era un lobo. Afortunadamente, todo acabó con final feliz.
Los hechos
Todo sucedió en Estonia. Allí varios trabajadores del sector de la construcción han vivido una experiencia realmente inolvidable. Y es que vieron a un animal en un río helado al que acudieron a rescatar.
Inicialmente, pensaban que era un perro que estaba en una presa y que nadaba en las aguas heladas del río Parnu. No dudaron en rescatarlo. Para ello, tuvieron que despejar el camino a través del hielo para llegar al animal, sacarlo del agua y, a continuación, envolverlo en una toalla para protegerlo del frío y darle calor. Aparte, lo metieron en el coche para tener una mejor temperatura.
Además, los trabajadores también llevaron el perro al veterinario de la ciudad que tenían más cerca. La verdad es que en ningún momento sospecharon que no era un perro porque era un animal muy tranquilo y, además, estaba plácidamente dormido con la cabeza apoyada en el regazo de uno de los empleados.
El veterinario descubrió que su carácter dócil podría deberse a que tenía la presión sanguínea bastante baja, aunque no supieron saber que era exactamente este animal.
De hecho, tuvo que ser un cazador de la zona quien les dijo que ese animal no era un perro ni una mascota amable sino que, en realidad, era un lobo. Además, les indicó que era un macho y que tenía aproximadamente un año de edad.
Final feliz
La noticia se ha hecho viral en las redes sociales y ha sido muy comentada toda la aventura que vivieron estos trabajadores para poder rescatar a la mascota desde primeras horas de ese día. Y es que fue a las ocho horas cuando se dieron cuenta de que el animal estaba en el río helado.
De todos modos, la historia ha tenido final feliz porque el lobo está recuperado y, además, ha sido devuelto a su hábitat después de que desde la Agencia Nacional Medioambiental se le haya puesto un collar con GPS.
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