¿Tu gato no quiere jugar? Esto es lo que le pasa

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El carácter de los gatos no siempre es bien entendido por las personas. Además, depende no solo de la raza, sino de cada minino. En general, se tiende a pensar que son mascotas poco sociables, cuando no siempre es así. Es una confusión que también se produce a la hora de hablar del juego. Y es que se cree que el gato es curioso pero no juguetón. Esto nuevamente no tiene por qué ser verdad. De hecho, hay mininos muy juguetones. Un interés por el juego que, a veces, dejan atrás. ¿Qué sucede en estos casos? ¿Por qué el gato no quiere jugar?

Los motivos

Varias son las causas que explican el desinterés del gato por el juego y que, además, no tienen por qué ser señal de nada malo. Una de las más habituales es la melancolía o el aburrimiento, que derivan de falta de alicientes en la casa que le motiven a curiosear y, en consecuencia, jugar.

Hay que tener en cuenta que la imaginación de los gatos es limitada y pueden llegar a frustrarse si siempre tienen ante sí los mismos alicientes y juguetes que ya conocen de sobra. Es necesario ponerle nuevos retos y actividades dentro de casa que vuelvan a despertar su curiosidad e, incluso, incluir en casa un nuevo miembro como, por ejemplo, otra mascota.

No obstante, también puede haber otros motivos como el estrés. Esto suele suceder cuando está en un hogar en el que tiene que seguir las pautas marcadas por todos, pero no se tienen en cuenta sus necesidades, teniendo que afrontar cambios que van en contra de su propia naturaleza.

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En algunos casos, estos cambios también desorientan como es el caso de una mudanza o unas vacaciones. Esto hace que de repente tenga que adaptarse a un nuevo entorno que le es desconocido y que eche de menos la casa habitual, los olores, los ruidos… y, por supuesto, el emplazamiento del arenero y del cuenco de su comida.

Estos dos motivos pueden solucionarse con actividades y dejando pasar el tiempo. Pero hay otras causas que requieren atención. Es la salud. Si el gato tiene dolor, no tendrá ganas de jugar. Aquí es importante fijarse en el resto de su comportamiento porque puede orientar sobre lo que le sucede para llevarle al veterinario.

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