Los perros son mascotas que, en general, son muy sociables. De hecho, no son pocas las razas a las que les gusta estar rodeados de personas e, incluso, de otros animales. Y es que los canes, al igual que a los seres humanos, les gusta tener “amigos perrunos”. Eso sí, es una amistad diferente a la de las personas y que también difiere en la comunicación que se establece entre ambos.
Cómo funciona
La amistad entre los perros genera siempre muchas dudas porque su forma de comunicarse es distinta. Esto hace que, a veces, las personas duden de si realmente quieren estar con ese otro can o bien digamos que no se gustan porque responden con ladridos y con cierta furia ante su presencia.
Lo cierto es que el perro ante la presencia de otro can puede mostrarse tímido, protector o más ansioso. Todo depende de su carácter –perros de la misma camada tienen reacciones diferentes-, pero también de los hábitos y la educación que se le haya inculcado.
No obstante, los perros siempre establecen vínculos de forma natural, realizándose muchas veces la elección de sus amigos por situaciones tan primarias y básicas como el celo o la elección del líder.
Son formas de elegir en las que también influyen sus afinidades y predilecciones que solo se comprenden cuando se ha pasado ya tiempo con el perro y se va conociendo a la mascota.
Su comunicación
Además de los factores anteriores, también hay que tener en cuenta que los perros tienen una forma de comunicarse distinta. En concreto, los canes utilizan más el olfato que la vista. Es importante así dejar que la mascota olfatee a otros perritos porque es la forma que tienen de entablar una relación y de reconocerse posteriormente.
Este reconocimiento se realiza a través de las partes que desprenden más olor por haber más mucosas como la trufa y los genitales, llegando a poder conocer así la edad y el sexo del perro que tienen a su lado.
A veces tras este gesto, el perro puede ladrar, pero no es necesario intervenir a no ser que haya evidencias de un posible ataque violento. Es una situación habitual que forma parte de un ritual primario para ver qué perro es el que somete al otro y tras la que es habitual que terminen jugando y siendo amigos.
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