No es muy frecuente que el gato se intoxique porque, al contrario de lo que sucede en el perro su natural desconfianza le lleva a oler detenidamente cualquier alimento nuevo que pueda tener a su alcance, e incluso si empieza a comerlo lo hará en mucho menor cantidad. Pero esto no significa que sea imposible que nuestro gato se intoxique, por lo que deberemos saber qué hacer en estos casos.
Lo primero que deberemos conocer son los síntomas que acompañan a la indigestión: entre ellos podemos observar la falta de apetito, nauseas, vómitos y diarreas. Si la intoxicación es más grave el animal puede sufrir también convulsiones, agresividad, tener dificultades para moverse y perder el equilibrio.
Las intoxicaciones más comunes son las siguientes:
– Por plantas de interior: Algunas de las plantas que tenemos en casa son tóxicas y los gatos tienen la costumbre de comérselas. Si creemos que esta es la causa, deberemos llevar una muestra de la planta al veterinario.
– Insecticidas: Los gatos son muy sensibles a ellos, incluso los que se supone que están indicados para utilizar en mascotas. Por ello lo mejor es no utilizarlos o, si no tenemos más remedio que hacerlo, no dejar entrar al gato en la habitación o lugar donde lo hemos aplicado. Si vas a ponerle un collar o algún producto insecticida a tu gato, consulta siempre antes a tu veterinario.
– También puede intoxicarse porque un producto tóxico se haya adherido a su pelo y el gato, en un intento de limpiarse, se lo haya lamido. En este caso lo mejor es envolver al animal en una toalla para evitar que se continúe lamiendo y la intoxicación empeore.
En cuanto sospechemos que nuestro gato ha podido sufrir una intoxicación deberemos acudir al veterinario más cercano.