Hay muchas enfermedades que compartimos, a veces sin saberlo con nuestras mascotas. Una de ellas es la diabetes de los gatos, que tiene su origen principalmente en la obesidad y en el hecho de llevar una alimentación desequilibrada, como nos ocurre a los seres humanos.
La diabetes suele presentarse en los gastos a partir de los diez años, y se da con mayor prevalencia en la raza birmana. Para hablar de diabetes es necesario que exista hiperglucemia (exceso de azúcar en sangre) de forma persistente.
La persistencia de la enfermedad es importante, ya que aproximadamente un 20% de gatos, desarrolla lo que se conoce como diabetes transitoria, en la cual, entre cuatro y seis semanas después de haber diagnosticado la diabetes a nuestro gato y haber iniciado el tratamiento la híper glucemia desaparece, así como los demás síntomas de diabetes y se puede suspender el tratamiento, porque la enfermedad se resuelve por sí misma.
La sintomatología de la diabetes en los gatos es muy variada y a veces parecida a la de los seres humanos, como ocurre con los tres principales signos, como son un incremento del apetito (polifagia), tener más sed (polidipsia) y orinar con mayor frecuencia (poliuria), síntomas que también se dan en humanos (por ello también se conoce a la diabetes como la enfermedad de las tres P).
Además de estos tres signos, que son los más evidentes, el gato también puede presentar pérdida de peso, letargia, interactuar menos con la familia, así como no dedicarle tiempo al arreglo del pelo, con lo que adquiere un aspecto desgreñado y sin lustre.
Además, junto con la diabetes, el animal puede desarrollar lo que se conoce como polineuropatía diabética, que tendrá como consecuencia una disminución en la capacidad de salto del animal, así como una mayor debilidad de las patas traseras y una postura extraña al caminar.