Este pequeño reptil es uno de los anfibios con cola más apreciados por el aspecto llamativo de su piel, aunque en Europa todavía no se ha popularizado su adopción, en países como Japón es bastante normal encontrar salamandras en muchos hogares.
La longitud de la salamandra oscila entre los 12 y los 30 centímetros. Sus patas son cortas, gruesas y proporcionadas. Su cuerpo es alargado y su cola cuya base es ancha, se estrecha hasta la punta. La cabeza es algo aplanada y con el morro redondeado. Estas características generales pueden variar ligeramente según la subespecie ya que, por ejemplo, sólo en España, hay 5 subespecies de salamandra (en lugares como Galicia y los sistemas montañosos Central y Penibético).
La piel de este anfibio es de color negro y brillante, con manchas irregulares y de tono amarillento. Según la subespecie, veremos que esas manchas son casi franjas y el tono y distribución de éstas varía. Las salamandras macho poseen un cuerpo más delgado y estilizado que el de la hembra, lo que ayuda a distinguir los sexos con facilidad.
Si te decides a adquirir una salamandra, ten en cuenta que las estaciones del año influyen en su desarrollo, y que pasará los meses de más calor y de más frío en letargo.
Además, deberás tener cuidado con el líquido blancuzco que las salamandras segregan para defenderse, si tocas dicho líquido podrías sufrir irritaciones en tu piel y puede resultar muy molesto si llega a zonas más sensibles como nariz u ojos.
En cuanto a la alimentación, hay que tener muy en cuenta la dieta especial de las salamandras en sus primeros meses de vida, cuando hay que proporcionarles larvas de insectos, gusanos y pequeños crustáceos. La dieta varía cuando son adultas, en ese momento hay que darles caracoles, babosas, lombrices de tierra y arañas de pequeño tamaño.