Existen algunas razas de perros más nerviosas y enérgicas que otras, como pueden ser los Beagles, Border Collies, Bóxers, Cocker Spaniels, Dálmatas, Retrievers o los Jack Russells, perros que necesitan un mayor grado de actividad y estímulo para no aburrirse ni ponerse nerviosos.
Sin embargo, no debemos confundir un alto de energía con hiperactividad canina, ya que ésta conlleva otra serie de conductas que nos van a ayudar a detectar esta dolencia en nuestra mascota.
Los síntomas que nos presenta un perro hiperactivo son los siguientes:
– Son perros que ladran o gimen de forma continua, destrozando y comiéndose todos los objetos que encuentra en su camino, independientemente de que sean comestibles o no.
– Les resulta imposible concentrarse y atender a una orden, y mucho menos cumplirla, aunque nos estén prestando atención. Por esto, por mucho esfuerzo que dediquemos, es casi imposible que logren aprender a cumplir normas básicas.
– Se asustan y reaccionan de forma exagerada ante el menor ruido, incluso cuando están durmiendo. Los perros hiperactivos presentan una reacción exagerada ante los ruidos independientemente de su intensidad.
– No controla su fuerza y cuando juegue con nosotros o con otros perros, nos morderá sin casi darse cuenta.
Si notamos alguno de estos síntomas en nuestra mascota, deberemos acudir al veterinario para que determine si realmente existe hiperactividad.
Si es así, deberemos seguir una serie de pautas:
– Cuando el animal esté nervioso o excitado, no deberemos hacer caso de sus llamadas de atención.
– Llevarle a dar largos paseos, correr, tirarle la pelota o realizar actividades como el agility pueden rebajar su nivel de nerviosismo, así como evitar el exceso de proteínas en su alimentación.
– Deberemos premiar su conducta cuando se comporte de forma calmada, evitando castigarle o gritarle y teniendo tanta paciencia como podamos.
– Si el veterinario determina un tratamiento farmacológico, deberemos seguirlo según lo pautado.