Cómo saber si padeces petofilia

petofilia
No es nada extraño cogerle mucho cariño a una mascota y querer pasar el máximo tiempo posible con ella. Sin embargo, hay ocasiones en que este gran afecto es un tanto desmedido y exagerado y la persona siente que no puede vivir sin su mascota ni estar sin ella ni un segundo. Son posibles señales de que se padece petofilia. Un trastorno psicológico que se produce cuando se siente ese amor desmesurado a los animales. Y, ¿cuáles son sus causas? Aquí explicamos las principales señales para reconocer si se padece o no este trastorno.

Tiempo

Uno de los indicios es pasar demasiado tiempo con la mascota. Y, ¿cuánto se considera normal o excesivo? La alarma salta cuando se pasa más tiempo con los animales que con las personas. Además, ese tiempo produce mucha más satisfacción, alegría… que cuando está en compañía de personas.

En estos casos, el vínculo con la mascota se vuelve perjudicial, sobre todo, si se prolonga en el tiempo y no se produce por una situación puntual como una enfermedad del perro. De hecho, se produce una situación que es como si la persona tuviera una adicción.

Humanos

Otra de las principales señales de petofilia es la humanización de la mascota. Es decir, que el perro, el gato o el animal de compañía son convertidos en una persona. De esta manera, se le humaniza.

petofilia
No son casos en los que se compra una correa más bonita para darle un capricho o se cae en la tentación de mejorarle la comida. Son situaciones que van más allá, ya que el animal de compañía pasa a ocupar el lugar de una persona y se le trata como tal.

Afecto

Darle afecto a la mascota es algo también habitual e imposible no hacerlo cuando se vive con ella. Sin embargo, igualmente, aquí pueden saltar las alarmas si se produce el exceso.

Y aquí el aviso está en el momento en que es una situación que no se puede controlar y se dejan de hacer planes por el animal de compañía y toda la vida gira en torno a la mascota. Una situación que, además, suele encubrir otro problema: carencias y vacío de ese espacio que pasa a ocupar el perro, el gato…

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