Siempre se tiende a pensar que el estrés es una enfermedad que afecta solo a las personas. Sin embargo, no es así. También los animales pueden verse afectados por ella. Esto es frecuente igualmente en los peces, a pesar de que siempre pensamos que están muy felices dentro del agua y que no están nerviosos porque, para una persona, es una actividad muy relajante observar el acuario. Pero ellos tampoco están exentos. Y, ¿cómo saber si un pez está estresado? Realmente, no es fácil porque además son animales que tienden a esconder las propias enfermedades y alteraciones en su estado de salud. Sin embargo, hay una serie de señales que son inequívocas.
Las señales
Principalmente, cuando un pez está estresado, lo que se observa es que se producen cambios biológicos que, incluso, llegan a afectar a su comportamiento.
De esta manera, es importante prestar atención al pez y sobre todo vigilarlo para poder detectar el estrés en los primeros síntomas y ponerle solución. Entre otros aspectos que hay que vigilar está, por ejemplo, su respiración, los colores de sus escamas y el apetito.
Dentro de ellos, una de las principales claves es el apetito. Y es que, si el perro deja de comer, es especialmente preocupante, al igual que si va ingiriendo cada vez menos comida.
Esto es especialmente importante porque no solo está relacionado con el estrés, sino que pueden generarle problemas de movilidad y producir también alteraciones en las escamas.
La respiración es otra de las claves para saber si un pez está estresado. Para ello, hay que observar cómo respira y ver si su ritmo aumenta de forma notable.
Y otra de las señales está en sus escamas en las que se pueden producir cambios de color, mostrando tonos más apagados, pero también se observan otros efectos como la caída de las escamas.
Comportamiento
Los cambios biológicos que se producen en el pez a consecuencia del estrés también tienen repercusiones en su comportamiento.
Es fundamental observar si se producen cambios en sus costumbres, de manera que pueden pasar de una mayor a menor actividad o viceversa y registrarse diferencias también en según sea de día o de noche.
Igualmente, hay que estar pendiente de si el pez nada o no. Cualquier cambio en esta actividad – ya sea un aumento o disminución-, es otra clara señal de estrés.
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