La historia del San Bernardo se remonta al siglo XVII cuando los monjes de un hospicio en los Alpes suizos usaban a esta raza para rescatar a los viajeros que quedaban atrapados en la nieve. El hospicio era de la orden de San Bernardo y por eso este santo dio nombre a este enorme perro, que está emparentado con el Terranova y el Mastín Tibetano.
De unos 70 centimetros de altura los machos y 65 las hembras y un peso que oscila entre los 55 y los 90 kilos, el San Bernardo es una auténtica mole. Pero todo lo que tiene de grande también lo tiene también de noble y fiel.
Convive bien con niños y con otros perros. Como tiene buen carácter, puede parecer que hasta un apartamento es un buen sitio para él, pero no es así. Lo mejor es una casa más amplia, y es también más práctico, para evitar que el perro acabe destrozando, aunque sea sin querer, el mobiliario.
No necesita demasiado ejercicio, con un paseo al día tiene suficiente. Una vez a la semana se recomienda dedicarle un poco más de tiempo al paseo, dejando que el perro decida la distancia. También es recomendable cepillarle el pelo a diario para evitar que el pelo suelto se apelmace.
Antes de adquirir un San Bernardo hay que tener en cuenta el gasto que supone mantenerlo, ya que come muchísimo. También hay que tener otros detalles, como que saliva mucho y suele a roncar por las noches.
El San Bernardo tiende a desarrollar ciertas enfermedades, como la displasia de la cadera, dilatación gástrica y problemas cardíacos. Su tamaño hace que su esperanza de vida sea un poco más baja que la de otros perros, alcanzando los 8 o 10 años.