Existen pocos animales a los que les guste tanto la rutina como a los gatos. Podríamos decir que les encanta la vida ordenada, donde saben perfectamente qué es lo que va a ocurrir al momento siguiente y así sentir que tienen su vida bajo control.
Esto hace que, ante situaciones de cambio, los gatos sufran un gran nivel de estrés. Una mudanza, la llegada de otro animal doméstico a la casa o de un bebé, son ejemplos de los sucesos que pueden hacer que nuestro gato se estrese. Para ayudarle y que ello no repercuta en su salud, podemos seguir una serie de pautas.
Signos de estrés
Cuando nuestro gato está estresado, notaremos cambios en su carácter, como que se vuelve excesivamente cariñoso o, por el contrario, más huraño y huidizo. Si el nivel de estrés es mayor, pueden desarrollar conductas que afectan más a la convivencia con nosotros, como arañar, orinar fuera de su cajón o volverse más agresivos.
Para ayudarle, lo mejor que podemos hacer es ver qué es lo que estresa a nuestro gato y eliminar la causa. Sin embargo, no siempre está en nuestra mano hacerlo, por lo que debemos desarrollar otra serie de medidas:
– En caso de que sea una obra en la vivienda la causa del estrés, podemos llevarnos al animal a casa de un amigo o de un familiar al que nuestro gato ya conozca.
– Si es por una mudanza, deberemos proporcionar en la nueva vivienda un lugar donde el gato pueda estar tranquilo, y permitirle acostumbrarse poco a poco a su nuevo hogar.
– En caso de la llegada de otro animal o un bebé, debemos acostumbrarle poco a poco, intentando que no varíe mucho su rutina al principio y acariciándole y dándole atenciones, para que sienta que las nuevas circunstancias no son una amenaza para él.