Los perros son glotones por naturaleza y suelen comer toda la comida que encuentren a su alcance, ya sea en la calle paseando o porque alguien que no conocemos le ofrece algo de comer. Este comportamiento, que en principio nos puede parecer divertido, puede sin embargo resultar peligroso si el animal ingiere comida envenenada, en mal estado o algún alimento que no deba comer al ser alérgico a él.
Para evitar estas situaciones, deberemos enseñar a nuestra mascota a no comer nada de un desconocido o que encuentre por la calle. Esto es especialmente importante si nuestro perro come pienso, ya que cualquier tipo de alimento que presente un olor especial y apetitoso, jamón, patatas fritas, etc., despertará su apetito y se lo habrá comido antes de que podamos evitarlo.
Para ello, deberemos, desde que el animal es un cachorro, cada vez que el animal quiera coger un alimento de un extraño o del suelo decirle un enérgico “no” y apartarle de la comida.
Este entrenamiento lo complementaremos en casa, mostrándole al animal un trozo de comida que no sea habitual en su dieta. Lo dejaremos en el suelo, a cierta distancia de él y cada vez que se acerque, de diremos “no” con fuerza. Cuando finalmente el perro no intente comérsela y actúe de forma correcta, deberemos premiarle jugando con él, acariciándole, felicitándole o dándole aquello que tengamos como premio para él.
Si aún así no logramos que el animal nos obedezca, procederemos a ofrecerle el alimento con un complemento nutritivo que sea amargo o tenga un sabor desagradable. De ese modo, el animal asociará en su cerebro que la comida del suelo o de extraños sabe mal y no intentará comerla. Eso sí, deberemos asegurarnos en todo momento de que el complemento que elegimos es inocuo para nuestra mascota.
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