Tradicionalmente tenemos la idea de que podemos y debemos educar a un perro para lograr que la convivencia con el animal sea sencillo, pero no siempre se nos ocurre que podamos hacer lo mismo con los gatos. La tradicional independencia de estos animales y ese aire misterioso que les suele acompañar pueden hacernos olvidarnos de que, por muy delicado y encañador que sea nuestra mascota, también deberemos educarla.
Debes armarte de una gran dosis de paciencia cuando lo hagas, ya que el gato, por costumbre, tenderá a ignorar lo que le digas. Tener paciencia y continuar enseñando la actividad es un requisito imprescindible para educar a un gato.
Para educarle no debes gritar, ni dar golpes ni intentar castigarlo, ya que sólo lograrás que el animal te tenga miedo y no actúe como tú esperas. Lo mejor es educarle con voz suave, motivándolo a aprender mediante premios, con cariño y con constancia. De ese modo, lograrás tu objetivo.
Para educarle, deberemos comenzar por enseñarle a utilizar su arenero. Para ello, cuando veamos que va a hacer sus necesidades, aunque no siempre llegaremos a tiempo, deberemos llevarle al arenero, hasta que el animal asocie que es ahí donde tiene que hacer sus necesidades. Una vez lo comprenda, no lo olvidará de por vida. Debes felicitarle cuando lo haga bien pero es importante que evites comportamientos como restregar la nariz en sus excrementos cuando se equivoque de lugar.
Otro aspecto importante es su costumbre de hacer uñas en los muebles. Esta es una costumbre difícil de erradicar y no siempre se consigue, pero con paciencia los resultados son buenos. Cada vez que comience a hacer uñas, debes emitir un sonido, seco y fuerte, aunque no demasiado, como un siseo, poco a poco, irá prendiendo esta costumbre.