Adiestrar a nuestro perro no es un proceso sencillo, pero podemos lograrlo si sabemos hacerlo del modo correcto. Como parte de un buen adiestramiento deberemos utilizar también los premios para reforzar la conducta correcta o los castigos, en el caso de que queramos censurar una conducta no deseada. Sin embargo, en el caso del castigo, debemos utilizarlo en contadas ocasiones y siempre procurando que sea proporcional al acto realizado por el animal. De lo contrario, en lugar de adiestrar a nuestro perro lo estaremos transformando en un animal inseguro y miedoso que a la larga no será capaz de cumplir ninguna orden.
Lo mejor, siempre que se pueda, es utilizar el refuerzo positivo o premio, ya que está estudiado que todos los mamíferos, incluido el hombre, se motivan más ante un premio que por la amenaza de un castigo. El premio puede ir desde unas palmaditas en el lomo acompañado de frases de aprobación o bien en darle a nuestro perro un juguete o un alimento. De ese modo, el animal relacionará el premio con la acción que nosotros queremos que realice y obedecerá más fácilmente.
Si el premio que utilizamos es un alimento, también podemos graduarlo según la dificultad. Si es poca, le daremos algo que a nuestro perro le guste bastante, y si la dificultad era mayor le deberemos dar un bocado de un alimento que para el perro sea un auténtico manjar.
Una regla que debemos observar tanto para el premio como para el castigo es que deben ser inmediatamente posteriores al acto realizado por nuestro perro, ya que ese es el único modo en que lograremos que el animal los relacione. Si no lo hacemos así, y dejamos pasar un par de minutos, nuestro perro no entenderá por qué y no actuará como esperamos.