Si observamos que nuestro gato sacude frecuentemente la cabeza, la ladea o se frota las orejas, es muy probable que esté sufriendo una otitis externa, una dolencia muy habitual cuando los gatitos son pequeños, pero que también puede darse en gatos adultos en determinadas circunstancias.
Se trata de una inflamación del conducto auditivo, entre el pabellón auricular y el tímpano que. Como ya hemos dicho, es habitual entre los gatos de hasta dos años de edad, aunque en gatos adultos también se da cuando, por alguna causa, tienen las defensas bajas o si pasan mucho tiempo en el campo o en el exterior, con lo que el peligro de que le entre algún cuerpo extraño en el oído, como semillas) es mayor.
Además de frotarse las orejas o mover la cabeza hacia el oído afectado, otros síntomas de la otitis son que el animal se rasque frecuentemente las orejas, debido al dolor que le causa la inflamación, y también puede haber supuración de color marrón o negra. Si examinamos las orejas, seguramente veremos que la afectada está roja e hinchada e incluso el animal puede sufrir una ligera pérdida de audición, especialmente cuando la infección lleva ya tiempo.
Si observamos alguno de estos síntomas, deberemos llevar al animal al veterinario para que establezca el tratamiento necesario para eliminar la infección.
Dado que, si esta afección aparece de forma repetida en el animal puede convertirse en una otitis crónica, es necesario seguir unas normas de prevención para evitar en lo posible su aparición:
– Cuando le bañemos, es necesario tener cuidado para que el jabón, el agua o las soluciones antiparasitarias tópicas no entren en el oído. Para ello podemos tapar con algodón las orejas del animal, pero siempre retirándolo cuando le saquemos del baño.
– Al limpiarle los oídos, no debemos hacerlo nunca por la parte interna.