Los perros, a diferencia de las personas, no pueden tener celos. Esto explica que muchas veces caemos en el error de tirar de antropomorfismo para explicar determinados comportamientos que nos sorprende que vengan de los animales.
Muchas veces hemos pensado que los perros tienen celos cuando hemos acariciado más a otro cachorro o hemos estado más por la labor de cuidar a un nuevo bebé. Sin embargo, aunque el perro pueda sentirse desplazado y relegado a posiciones «inferiores» dentro del grupo, en ningún caso sentirá celos.
Lo único que podemos hacer para que no tengamos esa sensación es dedicarle más tiempo a nuestro perro. Tenemos que intentar estar por él como siempre lo hemos estado. La llegada de un nuevo animal o integrante de la familia no tiene que hacer que lo dejemos a un lado.
Los expertos en comportamiento creen que se debe prestar especial atención al perro cuando, por ejemplo, el bebé que acabamos de tener está presente. De esta forma el perro identificará la presencia del bebé como algo positivo. Si por el contrario no le hacemos ni caso cuando estamos con el bebé, se sentirá desplazado y se dará cuenta de que ahora tiene menos importancia.