Los perros pueden vivir en las ciudades sin problemas. De hecho, los entornos urbanos concentran la mayoría de la población canina en la actualidad. Sin embargo, varios estudios han constatado que los canes son más felices en el campo. ¿Por qué? Aquí damos las razones.
No solo cuestión de genética
Una de las primeras razones se encuentra en la predisposición genética. Y es que hay perros que, en función de su raza, están genéticamente preparados para la caza, pastoreo, labores de campo…
Esto hace que, cuando estos perros tienen que vivir en la ciudad, puedan notar diferencias por su rutina, que les haga más infelices. Es una situación que puede solventarse con la adopción del can desde cachorro para que esté expuesto desde el principio al día a día que va a tener que seguir.
Rutinas
Los perros cuando viven en el campo también son más felices porque presentan menos problemas de conducta y suelen ser más tranquilos, mostrando un carácter más templado y más paciencia. Los estudios igualmente constatan que son perros que enferman menos.
Esto se explica porque los canes en el campo están mejor socializados y más acompañado por otros animales, aparte de no estar tan expuestos a la contaminación de las ciudades.
Por otra parte, las ciudades concentran muchos olores que son desconcertantes para el perro, que se guía por el olfato más que por la vista o el oído. Esto dificulta que disfrute plenamente de sus sentidos.
Además, otra diferencia es que están todo el día en un espacio reducido –el piso- esperando a ser sacados por sus dueños. Y, precisamente, esa espera –que en algunos perros es muy larga en función del horario de los miembros de la familia- puede generarles ansiedad o mermar su ánimo porque no pueden interactuar.
Algo que es muy poco probable que suceda cuando está en el campo porque desarrolla otras habilidades distintas que no hacen mella en el estado emocional del can. Además, suelen vivir de una manera más directa con el dueño.
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