Aunque pueda parecer inicialmente extraño, lo cierto es que la epilepsia es una enfermedad que también afecta a los perros. No es muy frecuente –su incidencia no llega al 3% de los canes-, pero es una patología que recomendable conocer para no asustarse y saber qué se puede hacer en estos casos.
Señales
Cuando el perro tiene epilepsia, es conveniente conocer las señales para tomar las medidas lo antes posible. En general, el can se mostrará mucho más intranquilo, así como nervioso y ladrará sin que haya motivos, al menos, aparentes.
También es habitual que busque llamar nuestra atención por todos los medios posibles. Pero, además, es fundamental estar atentos a otros indicios como el hecho de que orine de forma incontrolada.
Y, por supuesto, tendrá convulsiones, que pueden ser generalizadas –afectan a las cuatro extremidades y puede llegar a perderse la conciencia-, o focales, concentrándose en una parte del cuerpo, una extremidad o en la cara.
En general, el ataque suele durar entre segundos y varios minutos, pero si se prolonga siempre hay que ir al veterinario, aunque ya se sepa que es epilepsia.
Consejos
Uno de los principales problemas de la epilepsia es que se producen ataques. Precisamente, es en estas situaciones cuando conviene conocer qué hacer para estar preparado para cuando se produzcan.
Aunque siempre es importante contar con los consejos que indique el veterinario, en general pueden darse una serie de pautas. La primera de ellas es poner al perro en una postura en la que esté más seguro, evitando que se pueda caer, golpear…
Siempre que sea posible, es mejor colocarlo sobre una superficie mullida, pero que esté sobre el suelo porque así se evita que se pueda hacer daño cuando se produzcan las contracturas musculares. Y, sobre todo, no hay que intentar sacar la lengua del perro.
Una vez haya pasado el ataque, como el can se sentirá muy cansado, es conveniente dejarle descansar hasta que se recupere.
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