El Labrador Retriever es un perro resistente, trabajador y que aprende rápido. Desde que los primeros ejemplares se importaron de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, se han usado para recuperar piezas para los cazadores y, después para todo tipo de trabajos: como perro guardián, lazarillo o detectando bombas.
Sólido y fuerte, de pelo denso y corto y con unas características orejas colgantes, el Labrador alcanza los 57 centímetros de alzada. Las hembras, algo más pequeñas, suelen medir alrededor de 55 centímetros.
En cuanto a su carácter, es un animal muy inteligente y de carácter tranquilo y obediente, lo que le hace perfecto para el adiestramiento. Por supuesto, cuando antes se le eduque, mejores resultados obtendremos.
Es un perro sociable, que adora a su dueño y detesta estar solo. Si queremos viajar debemos siempre buscar la forma de que nos acompañe o que alguien se quede con él o sufrirá mucho. El labrador también es un perro de campo, su fuerza y energía lo hacen poco adecuado para una casa pequeña en la ciudad o para las personas poco activas.
Su pelo no necesita demasiados cuidados, un cepillado a la semana es suficiente. Tampoco debes bañarlo muy a menudo, pues el champú estropea el aceite natural que el pelo del Labrador posee y que lo hace resistente al agua. Además hay que revisar periódicamente sus orejas y ojos para que estén limpios y sanos.
El perro Labrador puede padecer displasia de cadera, enfermedad hereditaria. Si vas a comprar un cachorro de Labrador a un criador, pídele un certificado para saber si el animal está libre de displasia. Otras enfermedades habituales en los labradores son la atrofia retinal y la displasia retinal. Para prevenirlas conviene que los perros pasen un reconocimiento oftalmológico cuando son cachorros.
Yo quiero uno!