El gato abisinio


Originario de Gran Bretaña, donde se exhibieron los primeros ejemplares de esta raza en 1868. Su nombre referido a Abisinia (la actual Etiopía) se debe a que en ese momento se creyó que el gato procedía de Etiopía, pero es algo que no quedó comprobado.

Esbelto, con patas delgadas, largas y musculadas, el abisinio tiene un aspecto algo salvaje debido a sus orejas grandes y puntiagudas y su larga cola que hace que parezca un puma en miniatura. Su pelaje, corto, fino y jaspeado puede ser de varios colores: negro, marrón oscuro, melocotón o gris. De tamaño medio, su peso oscila entre los 4 y los 7 kilos.

En cuanto a su carácter, el abisinio es muy listo y es capaz de aprender rápido, usando un sistema de premios (los castigos no funcionan con los gatos) se le pueden enseñar trucos como dar la pata o que se suba a nuestro hombro.

Reservado con las visitas, pero muy fiel a su dueño, al que seguirá por la casa y cuya atención reclamará cada vez que note que su amo lleva un rato sin hacerle caso.

Muy activos, especialmente las hembras, los gatos abisinios se pueden adaptar bien a un apartamento, pero necesitan ejercicio y espacio. Lo ideal sería que tuvieran acceso a un patio o una terraza, pues disfrutan mucho del aire libre.

Algunos abisinios pueden mostrarse agresivos cuando se les riñe. Esto se debe a sus antecedentes, todavía recientes, de gato salvaje. Si el gato intenta atacar lo mejor es esperar a que se tranquilice y entonces cogerlo con firmeza, de modo que el gato se quede quieto y en posición de sumisión. De esta forma le muestras quién es el que manda. Después puedes acariciarlo y dejar que se marche.

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