El primer celo de las perras suele tener lugar entre los 6 y los 10 meses en las razas pe4queñas, mientras que en las razas grandes se puede retrasar hasta los 24 meses. Cuando observemos que aparece el primer celo, es importante anotar la fecha, ya que de ese modo podremos saber cuándo tendrá lugar el próximo celo, ya que el celo suele ser bastante regular en las perras.
Las hembras, no aceptan al macho durante todo el celo, sino tan sólo durante el periodo conocido como “estro”, que suele comenzar unos diez días después de empezar el celo, periodo que suele tener unos quince días de duración.
Notaremos que la perra ha entrado en celo porque, incluso antes del sangrado, podremos percibir cambios en su comportamiento, como orinar con más frecuencia de lo habitual o estar más nerviosas. La vulva se hincha y aparece un pequeño sangrado en forma de goteo. Habitualmente, si la hembra no tiene ningún problema adicional, el celo no suele representar ninguna molestia para el animal.
Sí deberemos consultar al veterinario si la perra tiene vómitos, fiebre, si observamos una secreción blanca amarillenta o verdosa en la vulva, si el sangrado es muy abundante o si presenta otro síntoma fuera de lo normal.
Aunque las hembras pueden tener cachorros desde el primer celo, lo mejor es dejar pasar dos antes de cruzarla, ya que de ese modo permitiremos que su aparato reproductor se desarrolle completamente y evitaremos complicaciones adicionales durante el embarazo. La misma precaución deberemos tener con las hembras ya ancianas, porque, aunque son capaces de engendrar cachorros, los embarazos son de alto riesgo y pueden causar la muerte del animal.
Durante el celo no es necesario dar más cantidad de alimento al animal o alimentarla de forma especial.