El asma puede afectar a los gatos al igual que a humanos. Se trata de una enfermedad respiratoria, conocida también como bronquitis alérgica, que puede afectar a gatos de cualquier edad, aunque suele ser más frecuente en los cachorros y en los gatos de mediana edad. También la raza es un factor determinante, ya que existen razas, como el gato siamés, que están especialmente predispuestas a sufrir esta dolencia.
El asma se debe a la obstrucción de los bronquios cuando el animal entra en contacto con un alérgeno o cuando sufre un episodio de estrés. Las sustancias que habitualmente provocan más episodios son el humo del cigarrillo, el humo de los coches, el polen, la hierba, el polvo y los aerosoles, por lo que si nuestro gato es asmático deberemos evitar en la medida de lo posible que entre en contacto con alguno de estos elementos.
Los síntomas del asma del gato son, entre otros, estornudos y respiración jadeante, normalmente acompañada de “sibilancias”, que son silbidos producidos por en cada inspiración y expiración debido a la dificultad para respirar que sufre el animal.
También podremos observar cianosis, debida a la falta de oxigenación de los tejidos, que notaremos porque la lengua se torna de un color azulado. Si vemos que las encías también adoptan esta coloración morada, deberemos llevar al animal inmediatamente al veterinario porque la falta de oxígeno será ya muy acusada.
El diagnóstico se realiza mediante radiografías, para determinar la existencia del algún cuerpo extraño, análisis de sangre y lavado broncoalveolar, que ayudará a determinar el alérgeno que está afectando a nuestra mascota.
Como hemos dicho, si el ataque de asma es muy acusado, deberemos acudir rápidamente al veterinario. Los ataques que no sean agudos serán tratados con oxigenoterapia y broncodilatadores.
También podemos administrarle una vacuna que, en varias dosis, consigue desensibilizar completamente al animal, evitando la reaparición de los ataques.