Uno de los problemas que, en ocasiones, se presenta cuando el perro es un cachorro está relacionado con su necesidad de orinar. Como toda mascota que vive en el hogar, tiene que aprender a hacerlo y, sobre todo, a controlarse para que no haya orina en lugares de la casa donde no debe. Igualmente, es importante que tenga control para que no orine en el piso y lo haga durante el tiempo de paseo. Es un proceso que no es complicado, aunque a veces al perro le cuesta más. Aquí vamos dar una serie de consejos para que todo sea mucho más sencillo.
Primeros pasos
Cuando el cachorro es muy pequeño, lo importante es tener paciencia, sobre todo, si ha sido separado de la madre y del resto de camada. En esta etapa, es bastante habitual que suela orinar en cualquier lugar de la casa.
Lejos de castigarle –no es nada conveniente-, lo que ha que hacer es empezar a enseñarle donde tiene que orinar. Este entrenamiento tiene que comenzar cuando tiene entre 12 y 16 semanas, que es cuando ya tiene control sobre su esfínter.
Hasta ese momento, hay varias opciones como los empapadores especiales para perros, el papel de periódico, bandejas especiales con césped artificial o sprays que incitan al cachorro a orinar en un lugar determinado, entre otras opciones con las que se puede empezar a enseñarle.
Los puntos clave
El entrenamiento del perro también pasa por otra serie de aspectos. El primero de ellos, y uno de los más importantes, es mantener el horario regular de comidas y salidas. Además, en el caso de tener una casa con terraza o zona ajardinada, se le puede sacar tras la comida.
También es clave observar al perro para, cuando se note que va a orinar, se le lleve a un lugar que se haya reservado para ello dentro de casa y en el que estén los empapadores o el papel de periódico. Una señal de que necesita orinar es que el perro olfatea el suelo y se mueve de forma nerviosa.
Con el fin de que aprenda donde puede orinar, es de ayuda frotar ligeramente el empapador con su orina en la zona en la que debe orinar para que la identifique como el sitio correcto. Sin embargo, su hocico nunca tiene que frotarse con su orina.
Y, cuando lo haga bien, hay que indicárselo mostrando alegría y dándole un buen premio para que identifique la buena acción.
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