El síndrome de Horner se manifiesta con una serie de anomalías que afectan a determinados músculos de la cara, y cuando estos músculos están dañados no son capaces de contraerse de la forma en que deben hacerse. Una de las señales que más te harán ver que tu perro tiene este síndrome es que uno o los dos párpados tengan una caída que no es la habitual.
Hay algunas razas que son más propensas que otras a padecer este síndrome, como por ejemplo el Golden retriever. Suele aparecer por una lesión o funcionamiento anómalo del sistema nervioso del perro, y afecta a las fibras que se encargan de transmitir los impulsos nerviosos a los músculos de la cara. Eso hace que las pupilas se contraigan demasiado y no sean capaces de responder a los estímulos que manda el resto del cuerpo.
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