Que el perro es el mejor amigo del hombre es algo que hoy en día ya nadie duda. Aparte de hacernos compañía y ser un compañero fiel, nos ayudan a rescatar personas desaparecidas tras grandes catástrofes, detectar drogas y ayudar a personas ciegas.
Estas cualidades no terminan aquí, ya que recientemente se ha constatado que tienen un efecto muy positivo en aquellas personas que sufren la enfermedad de Alzheimer y otro tipo de demencias asociadas a la edad, enfermedades degenerativas que se caracterizan por una pérdida progresiva de la memoria y el deterioro de otras facultades mentales.
La terapia realizada con estos animales consiste en la interacción entre el perro y el enfermo mediante juegos sencillos que ayudan a los pacientes a mejorar su nivel de concentración y a recordar nociones básicas como los números y colores, al tiempo que los ayudan a relajarse y mejoran su nivel de socialización.
Las sesiones de terapia con perros suelen durar en torno a una hora, durante las cuales los enfermos pueden sacar a pasear a los perros o bien jugar con ellos, realizando actividades como tirarle la pelota, lo que favorece la psicomotricidad de los pacientes o juegos de memoria que hacen que los afectados deban realizar operaciones matemáticas sencillas o a reconocer los números y letras que el perro les lleva. De este modo se logra estimular las facultades que más mermadas se ven por esta dolencia, permitiendo retrasar el deterioro cognitivo que sufren los pacientes.
Para desempeñar esta función se eligen razas de perros tranquilas que no puedan asustar a los pacientes y se les entrena para la terapia. Lo primero que aprenden es a apoyar la cabeza la cabeza sobre el paciente dejándose acariciar, parte muy importante de la terapia necesaria para que el enfermo confíe en el perro.