La enfermedad del Alzhéimer no es exclusiva de las personas. También las mascotas pueden padecerla, aunque en realidad no es igual y no tiene esta misma denominación. Se trata del conocido como síndrome de disfunción cognitiva, que está asociado al proceso de envejecimiento de la mascota, afectando tanto a su cuerpo como a su mente. Esto puede llevar a que el perro pierda calidad de vida.
¿Qué es este síndrome?
Con la llegada de la vejez, los perros van perdiendo visión y oído, aparte de desarrollarse otros problemas de salud como los relacionados con el aparato digestivo.
Además, experimentan cambios en el carácter que son propiciados, precisamente, por un síndrome similar al del Alzhéimer, ya que presenta unas características muy parecidas.
Y es que se produce un deterioro cognitivo en los perros, que también se deja sentir en su cuerpo, haciendo que se sientan desorientados y que hagan sus necesidades -tanto orinar como depositar excrementos-, en cualquier momento, a pesar de que estén muy bien educados y acostumbrados.
También tienden a aislarse más de las relaciones tanto con el dueño como con el resto de personas de la familia o con los que hasta ahora ha mantenido una relación afable. A su vez se nota que los perros juegan menos e, incluso, presentan alteraciones en el sueño.
Igualmente, se producen pérdidas de memoria y los perros están mucho más desconcertados, aparte de presentar comportamientos muy extraños como, por ejemplo, deambular sin que tenga un destino objetivo o sin sentido lógico.
Son todos síntomas a los que conviene prestar atención porque puede ser una señal de alerta de que la mascota sufre el síndrome de disfunción cognitiva. Un síndrome que se diferencia del deterioro por envejecimiento normal del perro, porque llega un punto en el que está disfunción se produce mucho más rápido y sin que haya una coherencia con el resto de síntomas del envejecimiento.
Diagnóstico
Aunque este síndrome puede presentarse a cualquier edad en la mascota, lo cierto es que es más habitual que se presente a partir de los siete años. En general, no tienen una gran incidencia porque se calcula que alrededor del 35% de los perros la desarrollan, pero es importante tenerla presente para detectar los primeros síntomas en el momento.
Y es que, aunque no hay cura, una vez hecho el diagnóstico, se puede facilitar el nivel y calidad de vida de la mascota, siguiendo algunas nuevas pautas y rutinas fijas que hagan a su vez que este deterioro se produzca más lentamente.
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