Las mascotas, al igual que los animales, padecen enfermedades. Algunas son muy conocidas, pero otras quizá no tanto. Es el caso del llamado síndrome de Cushing, una patología que afecta sobre todo a los perros, pero también a los gatos, aunque en menor medida. Y ¿de qué se trata? ¿Qué le sucede a la mascota? ¿Cómo se puede reconocer si la padece? Aquí damos algunas pautas principales.
Qué es
El síndrome de Cushing es también conocido como hiperadrenocorticismo. De este modo, es un problema de tipo hormonal por el que, en consecuencia, el organismo produce demasiado cortisol u hormona del estrés, producida por las glándulas suprarrenales.
Síntomas
Las primeras señales de que la mascota tiene el síndrome de Cushing es el crecimiento de su tripa. Esto se produce porque bebe muchos líquidos, además de comer casi cualquier cosa que tiene delante. Prácticamente, se puede decir que el animal de compañía no tiene percepción de saciedad por lo que todo lo que coma o beba lo hará vorazmente.
Al tener un exceso de esa hormona pueden producirse otros efectos como, por ejemplo, una alteración de la conducta, aparte de otros efectos negativos en la salud. Entre las señales que alertan de que algo no va bien y que están relacionadas con el síndrome de Cushing, está la pérdida de pelo por ese desequilibrio hormonal del animal, sobre todo en la zona del abdomen.
En algunos casos, la pérdida de pelo es muy visible, aparte de percibirse también que la piel se residente en su extensión, pierde inmunidad y es posible que aparezcan diferentes infecciones de forma recurrente.
Otros síntomas son un posible aumento de peso, al menos en apariencia, de manera que perros y gatos parecen más gruesos e, incluso, puede que hinchado. Esto derivará a su vez en menos ganas de estar en activo y movimiento por un mayor cansancio. Se notará que le cuesta hacer las cosas. Asimismo, los jadeos serán más habituales.
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