Si en casa tienes un gato y pronto tendrás un bebé, has de saber que tu mascota querrá conocer al más pequeño de la casa. Es muy probable que se suba a las cunas, que huelas sus ropas y que investigue por el cuarto del bebé para descubrir sus juegos. Tu bebé dormirá custodiado casi siempre por tu gato. Aún así es conveniente que durante los primeros meses de vida, mantengas al gato fuera de la habitación en la que duerma el bebé por motivos de higiene.
Cuando el niño ya sea un poco más mayor, entonces ya no habrá ningún problema. Los más pequeños se sentirán cada vez más atraídos por estos animales. Intentarán jugar con él y descubrir sus movimientos. Más de una vez se les escapará un manotazo, un estirón de la cola o un enganchón. Aunque el gato los tolere y soporte, esto deberás corregirlo lo antes posible.
Cuando el niño sobrepase el año, el gato despertará entonces un gran interés por el, al darse cuenta de que se mueve con mayor rapidez. Si el niño juega con su rabo o le agarra de las patas, el animal no tendrá más remedio que huir. Tendremos que tener cuidado de uno y de otro. Es importante que inculquemos al niño desde pequeño el respeto por el animal. Pero también tenemos que educar a nuestro gato para enseñarle cuándo no le hace falta defenderse con sus uñas.
Debemos enseñarle también al gato a que participe en la higiene, cuidados y alimentación del niño. Deberá respetar también las horas de sueño de estos, y aprender a no molestarles si no quieren jugar con ellos.