En un ambiente tan hostil como es el desierto, parece imposible que exista la vida. Sin embargo, diversas especies se han adaptado a vivir y prosperar en estas zonas, ingeniándoselas para sobrevivir a pesar de la escasez de alimentos y las duras condiciones climatológicas. Una de estas especies son los suricatas, habitantes del desierto del Kalahari que a la mayoría de nosotros nos resultan conocidos por su posición de vigilancia, de pie sobre sus patas traseras, tanto para encontrar alimento como para evitar ser capturadas por sus depredadores.
Los suricatas se caracterizan por tener un carácter inquieto y nervioso que les lleva a estar continuamente en movimiento. Son animales tímidos, inteligentes y sociables, que llegan a vivir en grupos de al menos veinte individuos. Para buscar alimento se desplazan todos juntos y también se refugian todos en madrigueras comunes. Cuando los adultos cazan, los cachorros se quedan cerca de la madriguera al cuidado de dos o tres adultos supervisores. De ese modo, el resto de la manada puede salir a buscar comida con tranquilidad.
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