En el corazón de todas las especies que realizan la migración existe un instinto muy básico: el de la supervivencia. La mayoría de las migraciones permiten a una especie poder prosperar, dejando un lugar cuando no hay suficiente comida. Esto es muy importante para evitar el agotamiento, a largo plazo, de las fuentes de alimentos en un área. Estos movimientos periódicos implican que cada individuo tiene una mejor oportunidad de encontrar suficiente comida para seguir viviendo.
Si bien las migraciones impulsadas por los alimentos pueden realizarse de manera muy regular, hay otras variables que pueden afectar la disponibilidad de alimentos, incluyendo el clima y los niveles de población de otras especies que comparten el mismo territorio. Por esta razón, algunas especies utilizan los patrones de migración irregular para ir adaptándose a las nuevas condiciones.
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