El gato balinés


El gato balinés, pese a lo que podría parecer, no es de Bali. Su nombre se debe a su forma de moverse, similar al de las danzas balinesas típicas de Indonesia. El lugar de origen del gato balinés es los Estados Unidos en los años 40, cuando se cruzaron siameses y gatos de Angora.

El balinés es un gato muy estilizado, largo, de pelaje fino y sedoso. Tiene en común con su antepasado siamés el pelaje, las características manchas negras en la cara y también la forma de orejas, patas y cola.

Este gato es muy fiel, cariñoso y leal, pero sólo con su dueño. Aunque conviva con toda una familia, estrechará lazos sólo con un miembro y es muy probable que se muestre totalmente indiferente al resto. No es recomendable adquirir un balinés si ya se tiene otra mascota en casa. Dado su carácter tan leal con su dueño, no le gusta nada compartirlo con otra mascota, es celoso y la convivencia con otros animales puede resultar desastrosa.

El balinés puede vivir perfectamente en un piso y en la ciudad, aunque lo ideal sería que pudiera contar con algún espacio para correr, ya sea una terraza amplia, un jardín o un patio. El balinés es muy ágil y activo, por lo que si podemos proporcionarle espacio para que se mueva y trepe y juegue a sus anchas, mejor.

El pelaje del balinés es uno de sus grandes atractivos y debe cuidarse para que se mantenga bien. Lo aconsejable es cepillarlo una vez a la semana, como mínimo. Si el gato suele salir a un jardín y vuelve con el pelo enredado o sucio, habrá que repetir el cepillado más a menudo.

En época de muda el cepillado se hará todos los días usando para ello cepillo metálico y, después, un cepillo de cerdas.