Alguna persona creen que alimentar a los patos silvestres y a los gansos es una actividad muy divertía pero, en realidad, no se dan cuenta que con esta acción lo que hacen es poner en peligro a las aves junto con el hábitat. Cuando la gente comienza a alimentar a este tipo de aves no sólo les pueden producir daños nutricionales sino que también les vuelven dependientes del hombre lo que les puede producir que sean cazados fácilmente por algunos desalmados.
Un animal salvaje necesita tener el temor natural a los seres humanos y otros enemigos naturales con el fin de protegerse. Si los animales comienzan a perder ese miedo los daños a los que pueden verse sometidos, aumentan considerablemente. Pero los problemas, no terminan ahí. Alimentar a las aves puede alterar el ecosistema. La mayoría de los patos y los gansos son aves migratorias. En otras palabras, con el cambio de las estaciones se trasladan a otras áreas.
Algunos se mueven al sur durante el invierno para luego regresar en primavera. Cuando estas aves tienen suficiente comida, comienzan a ignorar la llamada de la naturaleza para seguir adelante y establecen su residencia permanente en un área que donde haya una acumulación importante de alimentos. Cuando otros patos y gansos pasan por una zona donde la gente continuamente les da de comer, los recién llegados también empezarán a establecer su residencia permanente en la zona lo que podrá terminar, incluso, con hacinamiento.
Las aves formarán concentrados grupos que comenzarán a llenar la zona de excrementos consiguiendo que estos produzcan parásitos y enfermedades. Con el tiempo los niveles de bacterias pueden llegar a empezar a matar a los peces y a otra vida acuática. Comienza una fatídica reacción en cadena. Los animales que dependen del pescado para su alimentación no encontrarán una oferta abundante y comenzarán a moverse por la zona, llegando hasta as zonas urbanas.