El gato Tiffany

Siempre se ha considerado al gato como un animal muy independiente, que no necesita la compañía de las personas con los que convive. Aunque en la mayoría de las ocasiones es así, no es el caso de los gatos de la raza Tíffani, que no sólo disfrutan de la compañía de los seres humanos, sino que la necesitan para ser feliz, porque se ha observado que aquellos gatos de esta raza a los que se separa durante un tiempo de los humanos, acaba sufriendo una depresión.

Esto viene dado sobre todo por el carácter cariños de este animal, que disfruta tanto de la compañía de aquellos con los que convive como con los conocidos habituales de éstos, aunque no le agradan en absoluto los desconocidos. Pero no sólo de la compañía, sino que además es un gato que demanda nuestra atención, y lo hace con maullidos y vocalizaciones que, si no le hacemos caso, pueden llegar a ser bastante estridentes.

Eso sí, en la mayoría de las ocasiones se conformará con dormir en nuestro regazo, algo que les encanta.

Si miramos a un gato Tiffani, nos recordará al gato Birmano, y no es de extrañar, ya que son una mutación de pelo largo de esta raza que tuvo su origen en Estados Unidos. Este parecido, sin embargo, se da sólo cuando son adultos, ya que, cuando son cachorros, ambas especies son bastante diferentes.

El pelaje del Tiffani es largo o semilargo, sedoso y ligero, que no termina de desarrollarse completamente hasta que el gato alcanza los dos años de edad. Suele presentar mechones de pelo en las patas y en las orejas, por lo que su aspecto también nos puede recordar al persa. Podemos encontrarlo en colores azul, chocolate, caramelo, crema, lila, rojizo o tortie negro. Para mantenerlo en perfecto estado basta con que lo cepillemos regularmente.