Quizá hayas tenido la suerte de contemplar un colibrí mientras se alimenta, flotando literalmente ante la flor de la que está libando el néctar. Sin embargo, esto no siempre es sencillo, ya que el colibrí es el ave más pequeña del mundo, tanto que su peso raramente excede los dos gramos.
Antiguamente eran cazados para servir de decoración en los sombreros de las mujeres, pero afortunadamente hoy esa práctica ha desaparecido, lo que ha permitido a muchas especies de colibrí recuperarse de una extinción casi segura.
El colibrí podemos encontrarlo a lo largo de todo el continente americano, aunque es más abundante en la zona tropical. Algunas especies sólo se pueden encontrar en determinadas zonas. Este es el caso del colibrí más pequeño del mundo, el denominado colibrí zunzuncito o elfo de las abejas, que apenas supera los cinco centímetros y medio de longitud y sólo se puede encontrar en la isla de Cuba.
En el otro extremo tenemos al colibrí más grande que existe, denominado colibrí gigante, cuya longitud puede alcanzar los 25 centímetros y que podemos encontrar en la Patagonia. Uno de los más curiosos es el colibrí picoespada, cuyo pico mide casi tanto como su cuerpo, unos diez centímetros.
El plumaje del colibrí está cargado de brillantes colores, y podemos encontrar en sus diferentes especies reflejados casi todos los colores del arcoíris, aunque la mayoría de ellas el color predominante es el verde metálico. Los machos presentan en el cuello plumas de colores aún más destacados, como el rojo brillante o el azul, colores que sirven de reclamo para las hembras.
Las distintas especies de colibríes se distinguen sobre todo por sus picos, que es diferente en cada una, dependiendo de la flor de la que se alimente. Para poder volar cómodamente de flor en flor, el colibrí es el único pájaro del mundo que puede volar hacia atrás.