El caballo lusitano, como su nombre indica, es originario de Portugal, la antigua Lusitania para los romanos. Esta raza desciende del caballo español, pero a lo largo del tiempo se ha mezclado con caballos árabes, lo que ha hecho que en la actualidad su aspecto difiera bastante del español, sobre todo en lo que respecta a la alzada de la cruz.
Antiguamente estos caballos formaban parte de la caballería portuguesa o se utilizaban para los carruajes. Hoy en día este caballo se utiliza para la doma de Alta Escuela y también para el rejoneo.
Podemos encontrar ejemplares con pelaje de casi todos los colores sólidos, aunque los más habituales son el tordo y el castaño en todas sus variantes.
Se trata de un caballo noble, generoso y dócil, acostumbrado a trabajar duro y al esfuerzo. Tiene además una gran capacidad de concentración, que lo hace especialmente apto para los ejercicios de alta escuela ya que aprende con gran facilidad y suele disfrutar mucho de los ejercicios que hace, porque suele transmitir un gran entusiasmo tanto a quienes lo montan como a quienes contemplan sus movimientos.
Es también un animal tranquilo que facilita las maniobras del jinete y puede mantener la calma delante del toro en una exhibición de rejoneo.
Sus patas son largas y musculosas, al igual que sus cuartos traseros, lo que hace que hace que sea un caballo de movimientos poderosos y amplios, pero al mismo tiempo muy controlados y lanzados hacia el frente, lo cual proporciona al jinete que lo monta una gran comodidad y soltura de movimientos, lo que le ha convertido en un animal que cada día es más popular en los concursos de doma, tanto en los Campeonatos del Mundo como en los Juegos Olímpicos.