La extinción es un fenómeno que se traduce en desaparición. Es el final de la existencia. ¿Te imaginas un mundo sin perros ni gatos? Suena inimaginable ¿verdad? Algunos animales ya no se encuentran entre nosotros debido a los desastres naturales (por ejemplo, la edad de hielo) pero la mayoría de animales extinguidos ya no existen por el comportamiento humano. Estos desastres que hemos ido realizando a lo largo de nuestra historia, han conseguido privarnos de especies muy interesantes que hoy en día podrían proporcionarnos una agradable compañía.
Este problema de la extinción, no consiste en matar a determinadas especies, sino en romper las diferentes cadenas alimentarias que existen. Si terminamos aniquilando a un animal en una zona determinada ¿de qué se alimentarán los animales que comían esa especie? Un símbolo de la extinción es el pájaro Dodo. Se dice que este animal pertenecía a la familia de las palomas. Cuando las palomas se asentaron en una isla del Océano Índico llamada Mauricio, la abundancia de alimentos convirtió la zona en un verdadero paraíso para ellas.
Sin embargo, la fácil disponibilidad de alimentos y la ausencia de cualquier tipo de depredador también significaba que no tenían que volar para nada. Como resultado en las futuras generaciones, las aves comenzaron a desarrollar alas que eran más débiles que las de la generación anterior. Así evolucionó el dodo, un ave de 14 kg, que no podía volar, no podía defenderse, y sólo tenía una casa. Su casa.
En el siglo XVI los marineros holandeses llegaron a esta isla. Estos llevaron a la isla cerdos, cabras, gatos, ratas y monos. Estos animales no sólo competían con los dodos a la hora de alimentarse sino que también comenzaron a comérselos, ya que eran verdaderamente fáciles de capturar. Decidieron llamar a la especie «dodo» que significa tonto en portugués. En el siglo XVII (en menos de 100 años) no quedaba ni uno vivo.