Esta raza es sin duda una de las más antiguas que existen. Se cree que tuvo su origen en la Península Arábiga, desde donde se expandió al Norte de África. Tiene su origen en el cruce entre el caballo del Sur de Oriente Medio con los caballos del Norte de Mongolia.
El purasangre árabe es un caballo muy resistente, ya que puede soportar el clima del desierto y además puede desplazarse velozmente por cualquier terreno por agreste que sea.
Se diferencian tres estirpes dentro de esta raza: Kehilan, que se caracteriza por tener una estatura mediana y es sin duda la más apreciada, Hamdini, que tiene una alzada un poco mayor y finalmente la MAnegui. Los caballos pertenecientes a esta estirpe son los más altos y los más esbeltos.
Es un caballo que tiene un porte armonioso a pesar de su constitución fuerte y robusta, y se caracteriza por ser una de las razas más longevas.
En cuanto a su carácter, es un animal inteligente y con mucha paciencia, pero destaca sobre todo por su valor. Su dueño debe ser firme pero al mismo tiempo respetuoso, ya que es un caballo que reacciona mal ante los malos tratos. Por ello, no debe ser criado o montado por aquellos que no tengan paciencia o que no estén familiarizados con esta raza.
El Purasangre árabe destaca sobre todo por su belleza. Además, al ser uno de los caballos más veloces, se utiliza habitualmente en corridas y otros espectáculos ecuestres, sobre todo aquellos que están vinculados al salto de obstáculos. Su velocidad es tal que sólo es superada por el purasangre inglés.
Su capa habitual es de color gris, con las extremidades en color tordo claro, aunque también pueden encontrarse ejemplares de color negro.