Hay algunas experiencias traumáticas que pueden causar diversas conductas compulsivas en los perros, como por ejemplo sufrir malos tratos o haber sido abandonado. Las claves para que pueda superar ese mal trago son tener paciencia y ser muy comprensivos, además de darles mucho cariño. Sólo así conseguirá salir adelante y tener una vida feliz, por lo que es muy importante poder detectarlas para ayudarle lo antes posible.
Estas conductas compulsivas se pueden manifestar de diversas maneras, pudiendo ser tan sólo un movimiento repetitivo como incluso llegar a autoagredirse, sin duda una de las fases más graves ya que puede hacerse mucho daño. Es importante detectar no sólo que tu perro tiene una de estas conductas sino también de qué tipo es, qué trauma la ha causado y cómo se puede solucionar.
Tipos
– Movilidad: algunas de estas conductas afectan a la movilidad del perro, manifestándose en acciones como dar vueltas sobre sí mismo, hacer movimientos repetitivos, perseguirse la cola, perseguir reflejos de luz, quedarse inmóvil, tener temblores descontrolados o alejarse de algo de manera repentina.
– Boca: otro tipo de conductas se relacionan con la boca, como por ejemplo lamerse demasiado, rascarse de manera compulsiva, masticar ropa, morderse las patas, morder cosas… En ocasiones menos comunes pueden darse síntomas como morder sustancias inapropiadas, como por ejemplo el yeso de las paredes.
– Ladridos: en muchas ocasiones, las conductas compulsivas se manifestarán por medio de ladridos, como por ejemplo por el perro ver un objeto imaginario y ponerse a ladrar de forma excesiva mientras tiene la mirada fija.
– Autoagresiones: en los peores casos, el can puede llegar a hacerse mucho daño, lesionándose a sí mismo y hasta llegando a mutilarse la cola de tanto rascarla y morderla.
Tratamiento
Lo primero para poder tratar estas conductas es saber qué tipo de trauma la ha desencadenado, ya que no es el mismo en todos los casos. Si el diagnóstico es padecer un trastorno compulsivo, hay que reducir las situaciones que pueden provocarle estrés, evitando también castigos y fomentando su actividad física. Si el trauma es psicológico necesitará atención especializada por parte de un psicólogo canino o un veterinario. Por supuesto, lo mejor es poder prevenir, dándole siempre mucho cariño y cubriendo todas sus necesidades físicas y emocionales para que no llegue a sufrir ninguna de estas conductas.